miércoles, 11 de noviembre de 2009

Esta paz de la que hablas

Esta paz de la que hablas, no es la mía
Mi paz, está enterrada hace mil años
Mi paz, no es una mano clandestina
Ni un varón acojonado en un escaño
Mi paz está escrita con sangre en la arena
Escrita con metralla en el cemento
Está escrita con lluvia helada
Con cristales de hielo y frío viento
Esta escrita en la carne a fuego vivo
Esta escrita en el alma a fuego lento
La paz de la que hablo tiene rejas
Acero gris para encerrar el miedo
No es una onda expansiva
arrasando personas y sueños.
Es, una ley sin fisuras redentoras
es, la justicia, sin la urdimbre del engaño
no es, arrancarse el rencor en carne viva
es emerger de las tripas del naufragio
no es comerse la rabia a palo seco.
Es moldear el paroxismo con las manos
La paz de la que hablo, no es moneda
Ni un requiebro abolido, desgastado,
La paz de la que hablo, tiene vida
Es corona de espinas, sudor negro,
...... Sábana santa, sudario.
La paz de la que hablo tiene mil nombres
Cincelados en el mármol de la historia
ajenos al olvido de los necios,
presente en la memoria de los sabios
La paz de la que hablo esta escrita
En los rostros de mil madres
..... Y en sus labios.

Esas doñas siniestras

Esas doñas siniestras
.....de escenarios dudosos
que cabalgan a lomos
.....del primer cagapan.
Las que ofrecen solícitas
.....rosas blancas
que en su idioma benéfico
.....significan, PERDON.
Esas viejas demócratas
......de edad indefinida,
que se pasan por alto
.....mil años de dolor,
podrían llevar sus rosas
.....y su labor benéfica
a la CUBA de Castro
.....el gran libertador.
Allí donde el que piensa
......ha de hacerlo en voz baja
Y se pudre en la cárcel
......el que tose sin ton.
Allí donde las doñas
......se llaman jineteras,
......donde a los mercenarios
......se les cubre de honor.
Allí donde el poder
......se llama Socialismo
......las rosas blancas marchitan,
......las damas, no alzan la voz
......adornan con banderitas
......el paso del dictador

De par en par se abrió la puerta

De par en par se abrió la puerta
Y la sombra oscura envileció el aire,
El sagrado silencio sintió el hálito amargo
y la esperanza lloró con un llanto inaudible.
Temblaron los cuerpos,
desgarrados por el mismo dolor
de tantas otras veces,
y una rabia subterránea se propagó
desde todas las latitudes
hasta el centro mismo del universo.
La tela de araña se extendió ante nosotros
custodiando todos los horizontes,
el Infierno reptando por todas las superficies
dejando su baba tóxica
en cada uno de los rincones,
extendiendo su alambrada de férreos aguijones,
extendiendo la noche y sus mordazas,
multiplicando el miedo y los enemigos.
La mano cobarde abrió la puerta
Y los verdugos apalean la calle.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Marilobi

Un temblor amargo recorre el aire,
un escalofrío perenne
la noche crece implacable
el silencio es transparente
traspasando el agreste plenilunio
tus cuatro patas de ébano
cabalgan hasta la muerte.

Que rastro maldito te llevo al asfalto,
que imprevista presa cruzo tu camino,
que botín caprichoso te mostró la luna,
que terrible confianza te cegó el instinto
que requiebro fatal te cerro la huida,
que carrera canalla te arrojo al abismo.

La libertad te arrastro a un destino inevitable,
al zarpazo metálico que te arranco la vida,
tu mirada cómplice no alegrara mis ojos,
tu noble presencia, no llenara mis días,
ni velaran mis pasos tus pasos compañeros,
ni tus hermosos ojos despertaran envidias.

Estará tu trote alegre andando otros caminos,
Allí donde los perros patean las estrellas,
y escarban jardineras de huertas celestiales
esperando a que vaya a buscarlos su dueña.


luciérnagas de hierro
siguen atravesando el monte sin recato
Rugiendo en el ascenso los motores impotentes
Por el asfalto negro siguen reptando las luces,
en procesión los férreos penitentes
fragmentando la noche a intervalos,
negándole el silencio y la penumbra.
Contaminando la calma perfumada
la indescifrable secuencia de sonidos,
como una letanía de lamentos,
como una advertencia amarga
como una frontera larga, blanca y fosforescente
como un grito, que no detuvo tus pasos
como una oración obligada a repetirse eternamente.
Ya no estarás mas por las mañanas,
el amanecer te llevo lejos,
al lugar
donde corren sin cautela los conejos
a salvo de infranqueables carreteras


te imagino incansable
cruzando las anchuras,
subiendo laderas,
bajando cuestas,
trillando las distancias con tus patas,
pespunteando el horizonte con tu cuerpo,
partiendo el universo en dos mitades,
oteando el aire, siempre alerta,
escapando de tu propia libertad
volvías a vigilar mis pasos,
y de nuevo tus ojos azules escudriñando el aire
de nuevo tu pelo negro
zigzagueando entre los pinos,
removiendo las hierbas,
y el olor del romero impregnándote,
el olor del monte mordiéndote los flancos
dándote alas.
Te imagino pateando los charcos,
escarbando en la arcilla,
los días de lluvia eras del color de la tierra,
ocre, siena tostada, roja.
Te imagino
acarreando zapatillas y guantes,
enterrando en la jardinera
madelman decapitados
junto a un mendrugo.
Te imagino
Sentada en el borde de la alberca
dominando el camino
espectadora única del paso del tiempo
omnipotente en tu atalaya,
desafiando al calor
y al clamor de las chicharras
sobre la losa fresca
y a la hora de la siesta
buscando la penumbra de la casa
abandonándote a la indolencia
cansada, ajena, indiferente.
Te imagino
escapándote al anochecer,
volviendo a estremecer el crepúsculo
con tu trote,
merodeando expectante, ansiosa
rasgando las distancias verdes,
removiendo los perfumes acres ,
salpicando de temblores los silencios
con cada salto.
Invulnerable sometiendo a la noche
Diluyéndote etérea en la espesura
Dueña del tiempo y del espacio,
Bebiéndote la vida a grandes sorbos
Te imagino
Impalpable reclamando mí presencia,
Danzando en torno a mi agradecida,
Impaciente, apresurada
golpeándome los pies con el hocico
gesticulando incrédula
presumiendo el paseo,
amoldando tus pasos a mi ritmo
en el cenit de la tarde caminábamos juntas
los caminos vacíos,
en medio de los ladridos insultantes,
tu paso señorial e indiferente,
absorta , saboreando el momento
quizás con un asomo de desprecio
a las amenazas presas,
sabiéndote libre, única .
sabiéndonos libres, únicas,
solas, sin prisa.

Te bebiste de un trago la sangre de mis hijos.

Te bebiste de un trago
la sangre de mis hijos.
Convertiste en carnaza
... sus cuerpos mutilados
Arrojaste aún calientes
... sus miembros a la plaza,
... a la arena infernal.
Quemados y rotos los rostros inocentes
Espectadores atónitos de su propia masacre.
Náufragos en sus despojos.
Autores póstumos de su hora más negra.
Y las bestias famélicas
... en la arena infernal,
pisoteando un crepúsculo
de ojos vidriosos.
Devorando las vidas preciosas.
Extendiendo la noche interminable.
incubando el germen del odio.

¿Qué precio le ponemos a las lágrimas?
¿De qué forma cuantifico el sufrimiento?
¿Cuánto valen los años no vividos
de los muertos?

FAUNA MEDIÁTICA. CAPÍTULO PRIMERO

La atmósfera, más concretamente la próxima troposfera,

es el hábitat de las mariconas místicas,

que fluctúan entre el cielo y al tierra levitando como

arcángeles insustanciales sin encontrar su sitio. Pasan de

forma ininterrumpida por una inacabable metamorfosis,

tratando de suavizar sus rasgos inicialmente masculinos,

que de forma paulatina se van afeminando y finalmente

se pierden engullidos por ese aspecto asexuado de

memos traslucidos al borde del éxtasis. Son seres

semietereos siempre próximos a la transfiguración que

atrapados en la inopia deambulan enajenados,

negándose a un olvido sacrílego.

En la zona baja del sórdido entramado arbóreo,

comparten nicho ecológico con los micos aulladores,

las mariconas parlantes, estas cotorras practican su

verborrea fácil e hiriente a diario, sacando a relucir

los trapos sucios del famoseo sin ninguna compasión.

Es esta una canalla irreverente y malévola que

micciona sobre los sentimientos de la gente poniendo

al límite la paciencia del más cauto. Disfrazados

de periodistas, hablan, proclaman, inventan,

difaman y manipulan la información a su antojo,

hurgando en los entresijos de la privacidad,

extendiendo el hedor del cotilleo a horizontes

ilimitados, volcando sus frustraciones y su

falta de talento, en el despiece ético y estético del

sustrato que metabolizan. Carroñeros de vuelo

bajo que apestan por su insolencia y su procacidad,

pretenciosos que se creen coronados por la

lucidez de los sabios.

Patéticos quejicosos que medran en la

polvareda de la desinformación y súcubos que

vierten el vómito de la maledicencia, incitando a

la puja en esta subasta de excentricidades.